martes, 7 de abril de 2020

A seguir leyendo


Hola nuevamente, espero que hayas disfrutado de la lectura de ayer y me hayas realizado el comentario de lo que hayas leído.



En esta oportunidad te invitamos a leer otro cuento: “Desafío” extraído de Cuentos con trenes, del autor Aldo Tulián.



Si quisieras escucharlo, Carlos Portaluppi lo lee en la Serie Cuentos del Sillón. Lo podés ver aquí: https://www.youtube.com/atch?v=06d8RCJGx6c&amp=&list=PLVvU5Pgeah5x86Jj02xudLn5Noko9MIQO&amp=&index=4

Desafío Aldo  Tulián


La escuela quedaba en las orillas del pueblo, frente a las vías del ferrocarril. Más allá de las vías comenzaba la pampa frutal.
Miles y miles de árboles iguales, alineados, mansos y obedientes, trabajaban en silencio para dar sus frutos a tiempo. Desde la escuela, a lo lejos, se veían a los hombres andar entre los naranjos. Unas veces pasaban con un pequeño tractor echando una lluvia finita y blanca que el viento elevaba asustando a las palomas. Otras, se trepaban a las escaleras con tijeras enormes y recortaban hojas y ramas, dejando las copas de los árboles como redondos nidos de plumas verdes.
Cuando aparecían los azahares, en la escuela el perfume barría con el olor a tinta.
Carlos y Zuleta caminaban lado a lado en silencio.
A Zuleta en la casa le decían Choclo, pero en la escuela hasta los compañeros lo llamaban Zuleta
A él no le gustaba, pero lo había aceptado como al guardapolvo o a esos bancos incómodos y antiguos con el pupitre surcado de iniciales grabadas a cortaplumas. Que lo llamaran Zuleta o “niño” era parte de ese mundo que había empezado para él hacía cuatro años y al que tenía que entregar sus tardes, menos las de los sábados y domingos.
Zuleta vivía más allá de las vías, donde comenzaban los naranjos infinitos. Era un experto acomodando panales en los cajones de abejas o eligiendo plantas en el vivero junto a su padre, pero la matemática se le estaba haciendo cuesta arriba. Y no parecía que el año próximo fuera a ser mejor. Un chico de quinto le había dicho que estaban aprendiendo raíz cuadrada y le mostró el cuaderno. Zuleta recordó aquel enjambre de números y letras, levantó una piedra y la estrelló contra un poste de luz.
Carlos iba tratando de recordar la causa del desafío. ¿Por qué se iban a pelear? Zuleta era su amigo. Bueno, bastante amigo. Aunque no tan amigo como Gerardo, que vivía al lado de su casa y el papá le dejaba usar la bicicleta de reparto del almacén y daban vueltas a la manzana, uno pedaleando mientras el otro iba sentado en la canasta, delante del manubrio. Con Gerardo nunca se habían tenido que pelear, pero con Zuleta, era otra cosa
Zuleta era terminante y hosco. Una vez tiró de espaldas de un empujón a Sarnelli, que es de quinto, cuando quiso matar a una culebra con un medio ladrillo. Zuleta agarró la culebra con la mano y la metió entre los yuyos. Después se dio vuelta y le sostuvo la mirada mientras el bicho se ponía a salvo. Carlos había querido decirle que estaba de su parte, pero no le salió. Zuleta les dio la espalda y se fue a su casa solo, como siempre. Zuleta era así. Con Zuleta no se discutía. Y hecho el desafío había que achicarse o pelear. Llegaron al canchón que estaba al lado de las vías. Cada uno se fue desabrochando el guardapolvo y lo dobló sobre la pila de cuadernos y libros. Hacía calor. Al fondo, los vagones de carga dormían al costado de la vía principal.
Avanzaron hacia el centro del canchón. Una bandada de tordos salió de los matorrales alborotando el aire. Desde el patio de tierra de la escuela, las casuarinas, altísimas, vigilaban.
 Y fueron los dos un solo puño.
El cuerpo sobre el cuerpo.
El cielo y la tierra
El jadeo
Y luego, el silencio Se miraron un rato sentados en el suelo. A Carlos le dolía la nariz pero dijo que estaba resfriado.
Zuleta le alcanzó su pañuelo, juntó el guardapolvo y los útiles, se fue caminando despacio y se perdió en el naranjal.
El día siguiente fue sábado. Hizo un lindo día. Carlos tomó la leche con pan y manteca y fue al kiosco a buscar el diario para su papá.
 Después caminó por la vereda de paraísos hacia la escuela. Bordeó el patio de casuarinas, pasó por el canchón, atravesó las vías y llegó a la casa de Zuleta.  Dijo que venía a devolverle el pañuelo. Zuleta lo estaba esperando, para jugar.
Anotá en tu carpeta las respuestas y cuando vuelvan a clase, podrán intercambiar con el grupo.
a. ¿Qué ideas, sensaciones o pensamientos te dejó este cuento?
b. ¿Por qué crees que a Choclo lo llamaban Zuleta o “niño”? ¿por qué crees que él lo había aceptado?
c. El cuento dice “Zuleta era así.” ¿Qué querrá decir?
d. En el cuento se dice “Carlos iba tratando de recordar la causa del desafío” ¿Cuál era el desafío? ¿en qué partes de la historia te hace pensar en la causa del desafío?
e. Cuando Carlos y Zuleta se pelean está escrito de la siguiente manera:



Y fueron los dos un solo puño
El cuerpo sobre el cuerpo
El cielo y la tierra
El jadeo
Y luego, el silencio
¿Por qué crees que el autor, Aldo Tulián, habrá decidido escribirlo así?

f. Después de la pelea ¿Por qué Zuleta estaría esperando a Carlos para jugar?

g. Esta frase es muy bella
Desde la escuela, a lo lejos, se veían a los hombres andar entre los naranjos. Unas veces pasaban con un pequeño tractor echando una lluvia finita y blanca que el viento elevaba asustando a las palomas. Otras, se trepaban a las escaleras con tijeras enormes y recortaban hojas y ramas, dejando las copas de los árboles como redondos nidos de plumas verdes. Cuando aparecían los azahares, en la escuela el perfume barría con el olor a tinta.

¿Qué la hace tan bella?

1 comentario:

  1. Hola profe soy guada yo ya termine esa tarea por el cuadernillo📖📖

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