A disfrutar del placer de leer
Poema para tu soledad
Cuando estés sola.
La ventana cerrada
y la mano en la frente
destrenzando recuerdos.
Pronunciarás mi nombre.
Temblará en tus labios,
caerá en tu regazo
y seguirá rodando,
rodando,
partiéndose, quebrándose,
con ruido de hojas secas
y de cristales.
Entonces
ya no estarás sola.
La ventana cerrada
y la mano en la frente
destrenzando recuerdos.
Pronunciarás mi nombre.
Temblará en tus labios,
caerá en tu regazo
y seguirá rodando,
rodando,
partiéndose, quebrándose,
con ruido de hojas secas
y de cristales.
Entonces
ya no estarás sola.
Javier Villafañe
“El poeta de la andariega”
Biblioteca personal
Provincia de Buenos Aires
“El poeta de la andariega”
Biblioteca personal
Provincia de Buenos Aires
***
Romance de la canoa y el río
Cuentan que era blanca
y que amaba el río
y que él la esperaba
de tarde, a las cinco.
Ella, una canoa,
él, un verde río...
Ella, de madera,
él, de junco y brillo.
y que amaba el río
y que él la esperaba
de tarde, a las cinco.
Ella, una canoa,
él, un verde río...
Ella, de madera,
él, de junco y brillo.
Cuentan que se amaban
tal como dos niños
y que en cada cita
espiaba un grillo.
Ella, con sus brazos
de remos antiguos,
–dulce– acariciaba
su cara de vidrio.
Y él, con sus labios
de agua –muy tibios–
toda la canoa
besaba a las cinco.
Cuentan que una tarde
de color ladrillo
la canoa blanca
no vino... no vino...
Loco de tristeza
la llamaba el río:
a toda la costa
salpicó con su grito...
¡Ay!, que sin oírlo
un pescadorcito
la canoa blanca
llevó hacia otro río.
Cuentan que a las tardes
–cuando dan las cinco–
los labios del agua
se ponen muy fríos:
buscan la canoa...
sus remos antiguos...
La lloran los sauces
y la extraña el grillo.
tal como dos niños
y que en cada cita
espiaba un grillo.
Ella, con sus brazos
de remos antiguos,
–dulce– acariciaba
su cara de vidrio.
Y él, con sus labios
de agua –muy tibios–
toda la canoa
besaba a las cinco.
Cuentan que una tarde
de color ladrillo
la canoa blanca
no vino... no vino...
Loco de tristeza
la llamaba el río:
a toda la costa
salpicó con su grito...
¡Ay!, que sin oírlo
un pescadorcito
la canoa blanca
llevó hacia otro río.
Cuentan que a las tardes
–cuando dan las cinco–
los labios del agua
se ponen muy fríos:
buscan la canoa...
sus remos antiguos...
La lloran los sauces
y la extraña el grillo.
Elsa Bornemann
“Amores en poemas”
Biblioteca personal
Provincia de Buenos Aires
“Amores en poemas”
Biblioteca personal
Provincia de Buenos Aires
***
Bajo la lluvia ajena
No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país, no a la fuerza.
La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida.
Nacemos y nos cortan el cordón umbilical. Nos destierran y
nadie nos corta la memoria, la lengua, los calores. Tenemos que
aprender a vivir como el clavel del aire, propiamente del aire.
Soy una planta monstruosa. Mis raíces están a miles de
kilómetros de mí y no nos ata un tallo, nos separan dos mares
y un océano. El sol me mira cuando ellas respiran en la noche,
duelen de noche bajo el sol.
La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida.
Nacemos y nos cortan el cordón umbilical. Nos destierran y
nadie nos corta la memoria, la lengua, los calores. Tenemos que
aprender a vivir como el clavel del aire, propiamente del aire.
Soy una planta monstruosa. Mis raíces están a miles de
kilómetros de mí y no nos ata un tallo, nos separan dos mares
y un océano. El sol me mira cuando ellas respiran en la noche,
duelen de noche bajo el sol.
Juan Gelman
“Poesía y vida”
Biblioteca personal
Provincia de Buenos Aires
***
El árbol de lilas uno
Él se sentó a esperar bajo la sombra de un árbol
florecido de lilas.
Pasó un señor rico y le preguntó:
¿Qué hace sentado bajo este árbol, en vez de
trabajar y hacer dinero?
Y el hombre le contestó:
Espero.
Pasó una mujer hermosa y le preguntó:
¿Qué hace sentado bajo este árbol, en vez de
conquistarme?
Y el hombre le contestó:
Espero.
Pasó un niño y le preguntó:
¿Qué hace Usted, señor, sentado bajo este árbol,
en vez de jugar?
Y el hombre le contestó:
Espero.
Pasó la madre y le preguntó:
¿Qué hace este hijo mío, sentado bajo un árbol,
en vez de ser feliz?
Y el hombre le contestó:
Espero.
dos
Ella salió de su casa.
Cruzó la calle, atravesó la plaza y pasó junto
al árbol fl orecido de lilas.
Miró rápidamente al hombre.
Al árbol.
Pero no se detuvo.
Había salido a buscar, y tenía prisa.
Él la vio pasar,
alejarse,
volverse pequeña,
desaparecer.
Y se quedó mirando el suelo nevado de lilas.
Ella fue por el mundo a buscar.
Por el mundo entero.
En el Este había un hombre con las manos de seda.
Ella preguntó:
Espero.
Pasó un niño y le preguntó:
¿Qué hace Usted, señor, sentado bajo este árbol,
en vez de jugar?
Y el hombre le contestó:
Espero.
Pasó la madre y le preguntó:
¿Qué hace este hijo mío, sentado bajo un árbol,
en vez de ser feliz?
Y el hombre le contestó:
Espero.
dos
Ella salió de su casa.
Cruzó la calle, atravesó la plaza y pasó junto
al árbol fl orecido de lilas.
Miró rápidamente al hombre.
Al árbol.
Pero no se detuvo.
Había salido a buscar, y tenía prisa.
Él la vio pasar,
alejarse,
volverse pequeña,
desaparecer.
Y se quedó mirando el suelo nevado de lilas.
Ella fue por el mundo a buscar.
Por el mundo entero.
En el Este había un hombre con las manos de seda.
Ella preguntó:
¿Sos el que busco?
Lo siento, pero no,
dijo el hombre con las manos de seda.
Y se marchó.
En el Norte había un hombre con los ojos de agua.
Ella preguntó:
¿Sos el que busco?
No lo creo, me voy,
dijo el hombre con los ojos de agua.
Y se marchó.
En el Oeste había un hombre con los pies de alas.
Ella preguntó:
¿Sos el que busco?
Te esperaba hace tiempo, ahora no,
dijo el hombre con los pies de alas.
Y se marchó.
En el Sur había un hombre con la voz quebrada.
Ella preguntó:
¿Sos el que busco?
No, no soy yo,
dijo el hombre con la voz quebrada.
Y se marchó.
tres
Ella siguió por el mundo buscando, por el mundo
entero.
Una tarde, subiendo una cuesta, encontró a una
gitana.
La gitana la miró y le dijo:
Lo siento, pero no,
dijo el hombre con las manos de seda.
Y se marchó.
En el Norte había un hombre con los ojos de agua.
Ella preguntó:
¿Sos el que busco?
No lo creo, me voy,
dijo el hombre con los ojos de agua.
Y se marchó.
En el Oeste había un hombre con los pies de alas.
Ella preguntó:
¿Sos el que busco?
Te esperaba hace tiempo, ahora no,
dijo el hombre con los pies de alas.
Y se marchó.
En el Sur había un hombre con la voz quebrada.
Ella preguntó:
¿Sos el que busco?
No, no soy yo,
dijo el hombre con la voz quebrada.
Y se marchó.
tres
Ella siguió por el mundo buscando, por el mundo
entero.
Una tarde, subiendo una cuesta, encontró a una
gitana.
La gitana la miró y le dijo:
El que buscas espera, bajo un árbol, en una plaza.
Ella recordó al hombre con los ojos de agua, al que
tenía las manos de seda, al de los pies de alas y al
que tenía la voz quebrada.
Y después se acordó de una plaza, de un árbol que
tenía flores lilas, y del hombre que estaba sentado a su
sombra.
Entonces se volvió sobre sus pasos, bajó la cuesta, y
atravesó el mundo. El mundo entero.
Llegó a su pueblo, cruzó la plaza, caminó hasta el
árbol y le preguntó al hombre que estaba sentado a
su sombra:
¿Qué hacés aquí, sentado bajo este árbol?
Y el hombre dijo con la voz quebrada:
Te espero.
Ella recordó al hombre con los ojos de agua, al que
tenía las manos de seda, al de los pies de alas y al
que tenía la voz quebrada.
Y después se acordó de una plaza, de un árbol que
tenía flores lilas, y del hombre que estaba sentado a su
sombra.
Entonces se volvió sobre sus pasos, bajó la cuesta, y
atravesó el mundo. El mundo entero.
Llegó a su pueblo, cruzó la plaza, caminó hasta el
árbol y le preguntó al hombre que estaba sentado a
su sombra:
¿Qué hacés aquí, sentado bajo este árbol?
Y el hombre dijo con la voz quebrada:
Te espero.
María Teresa Andruetto
“Amores en poemas”
Biblioteca personal
Provincia de Buenos Aires
“Amores en poemas”
Biblioteca personal
Provincia de Buenos Aires
Es interesante pensar cuando leemos un autor o autora, ¿quien era?, ¿en qué época vivió? ¿dónde?. Conocer los autores de los textos muchas veces nos abre la posibilidad de conocer otras historias otros mundos apasionantes, y a la vez nos recuerda, que lo maravilloso del arte es que todos lo podemos hacer, crear jugar mientras disfrutamos de la libertad de hacerlo.
1- Te invito a que elijas dos poesías de las que te ofrecí, que escribas su título en la carpeta, la copies y luego me cuentes de que se trata y quien es el autor, contame como la/lo imaginas, ¿qué le gusta? ¿dónde habrá vivido? ¿en qué se habrá inspirado para inventar esa poesía qué te gustó?
Que actividad linda esta de imaginar, estoy ansioso de conocer que elegiste e imaginaste.
Saludos
Profe Damián
No hay comentarios:
Publicar un comentario